Los cambios hormonales pueden tener un impacto significativo en la elasticidad de la piel. Las hormonas, como el estrógeno y la testosterona, juegan un papel crucial en la salud de la piel, influenciando su hidratación, grosor, y capacidad para retener su forma. Durante la pubertad, el embarazo, la menopausia, o debido a tratamientos hormonales, los niveles de estas hormonas pueden fluctuar, afectando la producción de colágeno y elastina, proteínas esenciales para mantener la piel firme y elástica.